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Primera nota de: GEA informa y se informa

Inicia el proceso de formación desde la Cooperativa GEA como mecanismo de preparación ante un contexto urgido de acciones ambientales con enfoque popular.




La educación y formación permanente de nuestras asociadas es un factor integral de nuestra dinámica como organización cooperativa, puesto que son actividades esenciales para mejorar nuestra interpretación de nuestro contexto, ampliar la conciencia sobre las realidades de nuestro país y fomentar propuestas acordes con los retos que enfrentamos como sociedad.


Tomando como base este principio, a finales del año pasado iniciamos la primera de una serie de jornadas de estudio, discusión y reflexión entre integrantes de la cooperativa, para cualificar nuestros enfoques y análisis de cara al mejoramiento en el desempeño de nuestra organización y para expresar nuestras ideas en un contexto que urge enriquecer desde puntos de vista críticos y coherentes con los deseos de cambio y transformación de los sectores populares colombianos.


Particularmente, en esta primera jornada de formación, se trabajaron 3 temas centrales: 1) un análisis a la actualidad mundial y de nuestro país, 2) los retos que enfrenta Colombia en los sectores ambiental, energético y agroalimentario y 3) la pertinencia de la gestión popular como enfoque de trabajo, para promover la vía de la organización popular como forma de superación de las contradicciones y desigualdades que genera la economía de mercado contra las y los trabajadores de nuestro país y el mundo.




Respecto del primer tema, se analizaron las diferentes tensiones geopolíticas que atraviesan la agenda internacional marcada por la agudización de la crisis económica mundial, en la que se evidencia un auge y consolidación de una multipolaridad con potencias emergentes que pone en tensión los poderes hegemónicos de Estados Unidos y la Unión Europea y se van desatando guerras que benefician al capital a costa de la vida de miles de personas como lo puede demostrar el terrible genocidio contra el pueblo palestino. Se trata de un periodo crítico, en el que los gobiernos de los países no encuentran soluciones reales a la crisis y por lo tanto profundizan recortes a derechos sociales que atentan contra la vida de los trabajadores, quienes progresivamente incrementan el número y frecuencia de movilizaciones, pero no se consolidan propuestas populares de cambio.


Respecto de Latinoamérica, se analizó la manera de cómo estas economías dependientes se mantienen bajo las determinaciones de las grandes potencias mundiales, organismos multilaterales y burguesías nacionales, a la vez que sus gobiernos varían entre periodos de progresismo (que a la luz de sus hechos no dejan de ser políticas liberales) y períodos de derecha y extrema derecha, donde incluso se posicionan gobiernos ultra neoliberales como el de Argentina o El Salvador; los cuales en todo caso, no encuentran salidas definitivas para los sectores populares quienes enfrentan grandes dificultades respecto del acceso a derechos fundamentales, aumento del costo de vida y recortes de derechos sociales.


En el caso de Colombia, vemos que el gobierno progresista se enfrenta a un aparato estatal creado para beneficiar al capital y a múltiples obstáculos generados por los diferentes poderes económicos que condicionan las acciones del poder ejecutivo, supeditándolo a los poderes regionales y exigiendo la realización de acuerdos con éstos, en los que, bajo la noción del “pacto”, plantea consensos en los que se otorga cuestiones estratégicas a los grandes intereses privados (como el fortalecimiento industrial o la propiedad de la tierra) e intenta otorgar derechos básicos fundamentales a los sectores populares. Si bien la recuperación de derechos esenciales son aspectos que benefician con gran importancia, se debe fortalecer con mayor decisión la organización popular, para controlar campos estratégicos de la producción nacional y así poder transformar con eficiencia las raíces de desigualdad, injusticia y pobreza que cimentan el conflicto interno colombiano, generado por las élites capitalistas nacionales que aún gozan de un gran poder en el país.


Respecto del segundo tema, relacionado con el contexto sectorial nacional, encontramos que en el actual periodo existe una apertura positiva de temas estratégicos para el futuro de la nación colombiana, como lo es, desde el campo minero-energético: el avance hacia la soberanía energética a partir de la transición energética y la reforma al código de minas propuestos por el gobierno nacional; desde el campo ambiental: el ordenamiento del territorio alrededor del agua, la gestión popular de los recursos naturales renovables (principalmente bosques y aguas) y la atención a los históricos pasivos ambientales; y desde el sector agropecuario: la necesidad de la reforma rural integral y las subsiguientes áreas relacionadas como el mejoramiento de las economías locales a partir de la agroindustria, el acceso y propiedad a la tierra, la superación a los conflictos de uso del suelo, entre otros.


A pesar de considerar a esta agenda como una oportunidad positiva, reflexionamos que es fundamental hacer una problematización crítica de los alcances y mecanismos necesarios para avanzar hacia los cambios que requiere nuestra sociedad desde un enfoque de respeto por la vida y de beneficio a los sectores populares, puesto que muchos de los temas planteados, han sido también trabajados desde enfoques del capitalismo verde, que bajo la excusa de cuidar al planeta y luchar contra el calentamiento global, ve oportuno acaparar las acciones que se generen, para priorizar al capital privado y dejar de lado las grandes mayorías de trabajadores, principales afectados en el acceso a los bienes y servicios de los ecosistemas.


En el campo de la transición energética, urge cuestionar el cómo y para qué de la producción de energía, incluso de la producción de hidrocarburos, la cual debe realizarse en beneficio del pueblo colombiano. Consideramos que no es justicia climática, ser nosotros y nosotras las que paguemos las consecuencias del uso desmedido de fuentes energéticas no renovables, mientras que los países desarrollados siguen haciendo usos indiscriminados de los mismos.


Respecto de la agenda ambiental, urge posibilitar el control eficiente de los recursos naturales a los sectores populares a través del fortalecimiento de organizaciones locales y sus diferentes expresiones, como los acueductos comunitarios para la gestión eficiente del agua, o comités de uso sostenible del bosque contra el grave flagelo de la deforestación fomentada por los terratenientes. Respecto de los pasivos ambientales, una oportunidad fundamental para exigir y lograr que las grandes multinacionales o empresas nacionales causantes de los mayores impactos paguen su deuda, fomentando trabajo y organización local con apoyo técnico para restaurar o rehabilitar los territorios afectados.


En lo concerniente a la reforma rural, es imprescindible reconocer la larga historia de lucha de los sectores campesinos y de las limitantes que se mantienen en la disputa por la tierra en Colombia, donde se hace preciso establecer mecanismos claros de fortalecimiento de organizaciones productivas bajo esquemas asociativos o cooperativos que permitan mejorar las condiciones de vida del campesinado, eliminando las figuras de terratenientes y los diferentes procesos de acaparación de tierras que se mantienen al día de hoy. Y prestar especial atención a la superación de los conflictos de uso de suelo por sobreexplotación o subutilización, que determinan uno de los problemas centrales en alcanzar mejores tasas de productividad, sea en respeto a los límites ecológicos o para el aprovechamiento de las potencialidades de cada territorio. 




Por último, respecto de la tercera parte de la jornada, se reflexionó sobre la pertinencia del enfoque de la gestión popular ante los retos que exige el contexto, evidenciando que la vía de la organización de los trabajadores bajo esquemas productivos que permitan un acceso soberano a los medios de producción, es un mecanismo que puede aportar a la superación de la crisis, en la medida que posibilita un empoderamiento directo de los sectores que históricamente han sido excluidos y condenados a la pobreza y la desigualdad, quienes en la búsqueda de atender sus necesidades fundamentales y bajo mecanismos de control y planificación colectiva, pueden desarrollar formas de gestión económica sostenible, eficiente y solidaria, que beneficie al interés común en contra de la acumulación privada de los excedentes económicos.


Este enfoque de trabajo, el cual claramente debe ser atendido desde una perspectiva estratégica, es decir de largo plazo, debe impulsarse, fortalecerse y cualificarse desde ahora, tratando de masificarlas a nivel nacional a través de mecanismos como las alianzas público - comunitarias, que permitan darle experiencia administrativa y técnica a las organizaciones populares para ganar capacidades que permitan incentivar otras formas de administración de los recursos e implementar enfoques que permitan coherencia con la atención de los derechos fundamentales de los sectores populares. Ejemplo de estas iniciativas son los comedores comunitarios, las asociaciones o cooperativas de producción agropecuaria, las cooperativas de transportadores, las cooperativas de trabajadores en las diferentes áreas de construcción, industriales o de servicios, los fondos de ahorro, cooperativas o mutuales, las asociaciones de pequeños comerciantes, las comunidades energéticas, etc.


Con estos tres momentos abordados de forma general, nuestra jornada de formación culminó instalando la necesidad e interés de comprender con mayor profundidad cada uno de los temas abordados y otros que hicieron falta mencionar, para ampliar los debates, argumentos y visiones, que permitan enfocar nuestro actuar y nuestras propuestas de cambio al interior de nuestra organización y hacia el conjunto de los sectores sociales.


Consideramos que como organización cooperativa tenemos varias ideas y propuestas que impulsar, por ello invitamos a todas las personas que deseen ser parte de este tipo de ejercicios para construir colectivamente conocimientos que nos permitan mejorar y apoyar a los procesos de transformación de nuestra sociedad, hacia un futuro que respete la vida en su conjunto y supere las contradicciones actuales que nos sumergen en escenarios críticos. A pesar de lo difícil que pueda ser el contexto, creemos que podemos insistir en la esperanza, pues en el trabajo cotidiano de nuestros compañeros y compañeras y de nuestro pueblo en general, perviven valores de humanidad como la ternura, la solidaridad, la amistad y el afecto, que siempre van a valer la alegría de impulsar un mundo nuevo.



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